26 agosto 2025 | EXCURSIÓN DE DÍA
Un viaje entre la brisa del Cantábrico y la historia de reyes y corsarios
A veces, basta con recorrer apenas treinta minutos desde Donostia - San Sebastián para sentirse en otro mundo. La carretera que bordea la costa vasca francesa conduce hacia un destino que parece salido de un cuadro impresionista: San Juan de Luz (Saint-Jean-de-Luz en francés). Allí, la historia late en cada piedra, el mar acaricia suavemente la bahía protegida, y las casas de madera pintadas en rojo, verde y azul parecen saludar al viajero con la calidez de un pueblo que ha sabido conservar su esencia marinera.
En este artículo te invitamos a descubrir qué ver en San Juan de Luz, qué hacer, dónde saborear su gastronomía, y cómo llegar fácilmente desde Donostia. Una guía pensada no solo para informar, sino para inspirar: porque viajar también es dejarse llevar por la emoción.
Corría el año 1660 cuando San Juan de Luz se convirtió en escenario de un acontecimiento histórico que cambió el rumbo de Europa: la boda entre Luis XIV de Francia y la infanta María Teresa de Austria, hija de Felipe IV de España. En la iglesia de San Juan Bautista, aún se conserva la puerta por la que salieron los novios tras la ceremonia, tapiada desde entonces como símbolo de un enlace irrepetible.
Pasear hoy por ese templo barroco es sentir que las paredes todavía guardan los susurros de aquella unión política que selló la paz entre Francia y España.
Pero San Juan de Luz no es solo realeza: fue también nido de corsarios que hicieron fortuna asaltando navíos ingleses en el Atlántico. Sus historias de marineros intrépidos todavía se cuentan entre los locales, orgullosos de un pasado que dio forma al carácter del pueblo.
Frente al puerto, se alzan dos joyas arquitectónicas: la Maison Louis XIV, donde se hospedó el rey antes de su boda, y la Maison de la Infante, residencia de María Teresa. Ambas recuerdan al viajero que esta villa marinera fue durante siglos un cruce de poder, cultura y destino.
La magia de San Juan de Luz está en perderse y descubrir poco a poco sus encantos. Aquí te contamos los lugares que no puedes dejar de visitar.
La playa urbana por excelencia. Su bahía protegida por diques regala aguas tranquilas, ideales para familias y para quienes buscan un baño relajante lejos del oleaje bravío de la costa vasca. Al atardecer, la luz dorada sobre el mar es un espectáculo inolvidable.
Barcas de colores se mecen suavemente, mientras pescadores descargan su captura del día. El puerto de San Juan de Luz es un lugar para pasear sin prisas y dejarse conquistar por el ambiente auténtico. Aquí se siente el alma marinera que aún late con fuerza.
La calle más animada de la ciudad es peatonal y vibrante, repleta de boutiques, tiendas artesanas y pastelerías. En el corazón, la Plaza Louis XIV, siempre animada, con terrazas donde tomar un café mientras observas la vida pasar.
Si de verdad quieres conocer un lugar, empieza por su mercado. El de San Juan de Luz es un festival de aromas: quesos, embutidos, panes recién horneados, frutas de temporada y pescados fresquísimos. Aquí los sentidos se despiertan y el viajero se sumerge en la vida cotidiana.
En lo alto de una colina, este mirador ofrece una panorámica espectacular de la bahía. Un lugar perfecto para contemplar la unión de mar y ciudad, y para entender por qué los viajeros de antaño se enamoraban a primera vista de San Juan de Luz.
El Jardín Botánico Paul Jovet es un remanso de paz que invita a caminar entre especies vegetales locales y atlánticas. Después, un paseo por el boulevard Jacques Thibaud, paralelo al mar, completa la experiencia.
Más allá de recorrer sus calles y monumentos, San Juan de Luz se vive. Aquí algunas propuestas para disfrutar al máximo.
Hablar de qué hacer en San Juan de Luz es hablar de comer bien. Desde probar los legendarios macarons de Maison Adam, creados para agasajar al rey, hasta disfrutar de un gâteau basque, la repostería aquí es un viaje en sí mismo.
El País Vasco francés tiene una tradición artesanal que se respira en sus tiendas: tejidos vascos, cerámicas y delicias gourmet son recuerdos auténticos para llevar a casa.
San Juan de Luz es conocido por sus centros de talasoterapia, donde el agua del mar se convierte en medicina. Una experiencia revitalizante para quienes buscan algo más que turismo.
La villa es punto de partida perfecto para explorar otros pueblos del País Vasco francés como Biarritz, Bayona o Hendaya. Cada uno tiene su propio carácter, pero todos comparten el magnetismo de esta tierra atlántica.
El puerto y el casco antiguo concentran algunos de los mejores restaurantes. Aquí el pescado es protagonista: merluza, bacalao, chipirones y mariscos frescos se sirven con sencillez y calidad.
Zoko Moko: cocina creativa con producto local.
Chez Kako (Kako Etxea): famoso por su merluza “a la luzienne”.
Y para los más golosos, no puede faltar una parada en Maison Adam o en Pastelería Pariès, otra institución local.
San Juan de Luz está tan cerca de Donostia que parece una extensión natural de tu viaje.
Descubrir qué ver en San Juan de Luz es dejarse envolver por la historia, la cultura y la belleza del País Vasco francés. Es sentir que el tiempo avanza despacio, que las horas se disfrutan sin prisa.
Y lo mejor: tras un día de paseo por este puerto de corsarios y reyes, puedes regresar a Donostia, a la elegancia y confort de Lasala Plaza Hotel, donde el mar vuelve a ser protagonista desde la ventana de tu habitación. Porque los mejores viajes no se miden solo en kilómetros, sino en emociones que se encadenan, de una ciudad a otra, de un recuerdo a otro.